No parece aventurado afirmar que 2013 figurará en los anales de la exégesis lorquiana como año memorable: la edición ecdótica de Poeta en Nueva York[1], basada en el manuscrito último y original, la monografía dedicada a la estancia del poeta en Estados Unidos y Cuba[2] y el innovador estudio del poeta y profesor que valoro en estas páginas. Innovador no sólo en lo relativo al método aplicado (una metodología comparatista desde una lectura ceñida a cuatro poemas) o en la adjudicación del poemario a la corriente expresionista, al compromiso y la denuncia social, sino también en lo que se refiere al enfoque interdisciplinario y a la bibliografía consultada. Un corpus bibliográfico que el estudioso testimonia con lecturas e interpretaciones en parte inéditas y, en concordancia con la complejidad de la naturaleza plural del poemario, permeables a la pragmática, la estética, la filosofía y al psicoanálisis. A lo dicho se suma un aspecto que, aunque el estudioso no lo resalte con determinación, sí lo anota y en parte tematiza en varias ocasiones: el poemario lorquiano configura definitivamente la metrópoli norteamericana como topos poético de la poesía española posterior a 1940, ceñida a un nutrido elenco de conceptos, entre los que sobresalen términos o sintagmas como desarraigo, angustia, defensa de la naturaleza y de los seres que la pueblan, mercantilismo deshumanizado y denuncia de la explotación del hombre por el hombre[3].
José Antonio Llera considera y analiza al hilo de cuatro poemas[4] una amplia gama de intersecciones, vínculos, cruces e interacciones con otros textos procedentes de otras disciplinas artísticas, entre las que predominan la pintura, la cinematografía y la arquitectura. Una lectura por tanto de espaciosos horizontes y de largo alcance, que aborda desde dos tesis fundamentales:
1. Los “diálogos múltiples” del poemario trascienden con creces las “temáticas surrealistas”, debido precisamente a la presencia de “rasgos expresionistas” y a “lejanas huellas gongorinas”; esta fusión configura “un estilo propio” más próximo a una modalidad expresionista que al surrealismo, tanto más si se considera, como el autor anota en su breve introducción, “no sólo el énfasis en la sangre [...], sino también su tono profético-visionario, desabrido y virulento, su tránsito por los parajes frondosos del cuerpo y los instintos [...] y su agria pintura de la ciudad industrializada” (pp. IX–X).
2. Llera arranca de un convencimiento inapelable: Poeta en Nueva York es un “libro sobre el cuerpo y sus representaciones”, razón por la que configura el libro en torno a tres extensos capítulos: I. El vómito, II. La sangre, y III. La orina. Esta disposición a su vez engarza y engloba tres aspectos o estadios morfológicos del organismo (humano o/y animal): a) el cuerpo mutilado; b) el cuerpo sacrificado; y c) el cuerpo como objeto de suciedad y humillación.
Como cabe esperar, el estudioso lleva a cabo un análisis sumamente detallado de cada uno de los cuatro poemas que interpreta; además, los relaciona de forma convincente con obras de otros creadores desde acercamientos teóricos y enfoques metodológicos comparatistas. En el comentario del primer poema, compara las percepciones y las imágenes lorquianas del -entonces desmesurado- parque de atracciones de Coney Island con las exégesis y versiones de creadores tan diversos como el cubano Martí, el ruso Maiakovski o el español Julio Camba; son versiones cercanas en ciertos aspectos al pandemonium de Milton, a algunos de los cuadros del Bosco o al vomitorium romano, que el poeta granadino pone en relación con las multitudes de bañistas atiborrados de comida que dejan la playa sembrada de desperdicios y envoltorios.
En “Nueva York. Oficina y denuncia” centra su condena implacable en quienes explotan a los obreros de los mataderos industriales neoyorquinos y someten a los animales a maltratamientos horripilantes en aras de pingües beneficios que manan del venero diario del abastecimiento de la Gran Manzana (“Todos los días se matan en New York / cuatro millones de patos, / cinco millones de cerdos / [...] un millón de vacas, / un millón de corderos / [...] que dejan los cielos hechos añicos.”). Lorca sigue en parte la senda abierta por el novelista social estadounidense Upton Sinclair y el cineasta ruso Sergei Eisenstein, coincidiendo además en el tiempo con Alfred Döblin (autor de la novela Berlin Alexanderplatz, 1929) y con la producción fotográfica de Eli Lotar sobre los mataderos industriales de París (1929, Abattoirs de la Villette).
En el cuarto poema que analiza predomina el motivo de la humillación, sustanciado en versos de términos antitéticos (“la doble vertiente de lis y rata”) y en imágenes de semántica contrapuesta (el “agudo quitasol” de la clase explotadora pincha “al sapo recién aplastado”; en los ojos ofuscados de los seres de humildes menesteres “silban mansas cobras deslumbradas”, entre otros). Llera se adentra en los dominios de lo abyecto (estudiado en su día por Julia Kristeva en libro memorable[5]), de los excesos fisiológicos fetichistas, del realismo grotesco y de la ambigüedad. Y como telón de fondo, la soledad y la anonimia que padecen los habitantes de la metrópoli, los apremios y la pugna entre el individuo y la masa, la angustia y la desesperación, y otros “demonios de las ciudades” que denunciaron los expresionistas Georg Heym y George Grosz.
Y antes, Edvard Munch con su creación magistral de un expresionismo madrugador, El grito, sustantivo que recoge Llera en el subtítulo de su extraordinario ensayo.
© 2014 Walter de Gruyter GmbH, Berlin/München/Boston
Artikel in diesem Heft
- Frontmatter
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- Editorial
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- Entre cuevas, monstruos y secretos: el arte de la ocultación en las fiestas mitológicas calderonianas
- Azorín y la renovación de la novela: Las confesiones de un pequeño filósofo como novela lírica, metanovela digresiva y autoficción
- Rubén Darío y la Cataluña contemporánea
- Towards an Inclusive History of Existentialism: Agustini and Cortines as Specters of Malcontent
- Entusiasmo y crítica: Gustav Siebenmann, lector de la obra poética de Federico García Lorca
- “La saeta” y el “Romance sonámbulo”: dos poemas que se hicieron canciones
- The Enigmatic Morphology of Spanish azúcar and the “New Feminine el”
- Gramáticas de español para italianos (1873–1915): la emigración como motivo para el aprendizaje de lenguas
- Reseñas
- Gisela Heffes: Políticas de la destrucción / Poéticas de la preservación. Apuntes para una lectura (eco)crítica del medio ambiente en América Latina, Rosario: Beatriz Viterbo Editora, 2013 (364 págs.).
- Simone Homem de Mello (ed.): Transluminura. Revista de Estética e Literatura. 1. Haroldo e outros, São Paulo 2013 (166 págs.).
- José Antonio Llera: Lorca en Nueva York: Una poética del grito, Kassel: Edition Reichenberger (Problemata Literaria), 2013 (175 págs.).
- Libros recibidos
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- Manual para autores
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- José Antonio Llera: Lorca en Nueva York: Una poética del grito, Kassel: Edition Reichenberger (Problemata Literaria), 2013 (175 págs.).
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